
Hablar de salud mental en Puerto Rico ya no es opcional; es urgente. Vivimos en un archipiélago marcado por crisis consecutivas —huracanes, terremotos, pandemia y desafíos económicos— y esa carga se siente en las calles, en las escuelas, en los hogares y en los centros de trabajo. Las personas están agotadas y los datos más recientes lo confirman. En los últimos meses, profesionales de la salud han alertado sobre un aumento significativo de los casos de crisis emocionales. En octubre, las hospitalizaciones de adolescentes en el Hospital San Juan Capestrano se duplicaron, pasando de 15 a más de 30. En ese mismo periodo, se registraron 20 suicidios según la Comisión para la Prevención del Suicidio. Detrás de estos números hay jóvenes pidiendo ayuda, adultos exhaustos y familias tratando de sostenerse como pueden.
En muchos de estos casos, la presión social, la incertidumbre económica y el impacto emocional del entorno familiar desempeñan un papel determinante. Puerto Rico no solo enfrenta una crisis de acceso a los servicios, sino también una de agotamiento colectivo. Frente a este panorama, necesitamos herramientas prácticas que funcionen en el día a día. Ante un país emocionalmente drenado, es necesario comenzar por lo básico: hablar sin miedo de lo que sentimos; pausar antes de reaccionar (tomar 10 segundos, respirar profundo y responder con calma); nombrar las emociones (decir “me siento abrumado”, “estoy triste”, “necesito un momento”); crear rutinas de autocuidado como caminar, escribir y escuchar música; escuchar sin juzgar; o buscar apoyo profesional antes de llegar al límite.
Aun realizando estas prácticas, el estigma continúa siendo una poderosa barrera. Para muchos, buscar ayuda sigue viéndose como un fracaso personal, cuando en realidad es un acto de valentía y un mensaje claro para las próximas generaciones. El Departamento de Salud subrayó esto en agosto de 2025 con la campaña «Elige vivir en comunidad», recordándonos que acompañarnos unos a otros puede salvar vidas.
En Vimenti, como organización, trabajamos el Modelo de Dos Generaciones con adultos y niños de manera integrada, porque sabemos que los niños y jóvenes están directamente influidos por el bienestar emocional de los adultos que los rodean. Cuando una familia aprende a hablar sin miedo ni vergüenza, ocurren cambios significativos: hay más conexión y mayores posibilidades de prevenir crisis. Cuando un adulto reconoce su cansancio, ansiedad o tristeza y decide buscar ayuda, está dando un ejemplo valioso de valentía y autocuidado. Un niño que se siente escuchado aprende a nombrar sus emociones y buscar apoyo cuando lo necesita.
La salud mental debe ser una prioridad ahora porque nuestro bienestar emocional no es solo personal: impacta nuestra capacidad de funcionar y nuestras relaciones con amigos y familiares. Reconocer lo que sentimos, hablar de ello y buscar apoyo fortalece a cada persona y, al mismo tiempo, contribuye a construir un Puerto Rico lleno de esperanza. Cuidarnos es un acto de valentía que transforma la fatiga emocional en energía y nos permite mirar al futuro con confianza y claridad.